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Fue lento y duro el avance de los españoles sobre la pampa hacia el sur de la incipiente Buenos Aires. Allá, en cercanías del Salado, la situación era siempre de riesgo, pues los malones asolaban las estancias desde que éstas comenzaron a surgir, a comienzos del siglo XVIII.
Para dificultar los arreos de ganado, en 1760, el rey aprobó el despliegue de guardias militares más allá de la originaria línea de fortines. Pero sólo en 1776 el gobernador Vértiz dio cumplimiento a la ordenanza y dispuso la construcción de cinco puestos de avanzada que fueron matriz de actuales poblaciones.
El teniente coronel Francisco Juan Betvezé estableció el fortín de la Guardia de San Miguel del Monte Gárgano, nombre dado por el cerro napolitano en que San Miguel se apareció para señalar una gruta con forma de iglesia, más tarde convertida en lugar de peregrinación. En 1778 amparaba un pequeño caserío sobre la orilla norte, cerca de la boca del arroyo Totoral. La población era de ocho familias, pero otras se sumaron pronto y el 18 de noviembre de 1789 se informaba al virrey la construcción de una capilla: esa fecha sirve hoy para memorar la fundación de San Miguel del Monte.

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LA PLATA.– Quizá fue por obra del azar o por una jugada del destino: una bibliotecaria de la Escuela N° 1 San Miguel del Monte encontró olvidados en un viejo armario del colegio una serie de manuscritos de Domingo Faustino Sarmiento, de Marcos Sastre, de Francisco Berra y de otros especialistas de la educación, que ayudarán a entender cómo funcionaba el sistema de enseñanza bonaerense durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX.
Se trata de 70 rollos fechados entre 1858 y 1929 que permanecieron inmaculados en un mueble (que, según un grupo de investigadores que visitó el establecimiento, no se abría desde hace medio siglo) y que fue abierto por casualidad cuando se decidió acomodar la biblioteca de esta escuela, ubicada a 102 kilómetros de la capital provincial.
Los primeros volúmenes, escritos de puño y letra por el propio Domingo Faustino Sarmiento, reúnen cartas, informes, pautas de conducta en el aula y consejos a los maestros sobre distintas cuestiones como la disciplina.
También se hallaron manuscritos de Marcos Sastre y de Francisco Berra, que fueron los primeros directores generales de Escuelas que tuvo la provincia de Buenos Aires, y que dejaron una marca indeleble en la raíces de la educación argentina.

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